lunes, 27 de febrero de 2012

Preocupaciones

Me he dado cuenta de que pasar el tiempo es demasiado difícil cuando no sabes exactamente que es lo que quieres hacer. En mi caso sé que es lo que quiero hacer, pero no puedo por ciertos problemas que implican al espacio-tiempo. Pensar es lo único que se me da más o menos bien, y muchas veces no sé que es lo que pienso.

Las preocupaciones por ejemplo. Es difícil olvidar que este mundo te rodea y que formas parte de él, aunque no te guste. Preocupaciones como los estudios son las que no me dejan descansar en muchas ocasiones debido a que ahora me he dado cuenta de lo mucho que tengo y que no quiero perder. ¿Perder?¿Por qué? Solo por cierta persona a la que odio, mi padre, que me amenaza continuamente de una u otra manera y me doy cuenta de que todo cuanto amo corre un grave peligro.
Tener que estar preocupado por los estudios es algo que me quita el sueño, pues no se exactamente que es lo que sucederá y como podrá repercutir en mi vida. Ahora mismo mi vida es casi perfecta... casi.

Cuando me pueda olvidar de que mi padre está acechando detrás de cada esquina, entonces podré descansar. De momento solo puedo estar tranquilo cuando estoy con la persona que más quiero en este mundo, mi reina, olvidándome absolutamente de todo, pues están mis cinco sentidos y todos mis pensamientos volcados hacia ella.

Aún así, cuando debo regresar al mundo que me ha visto nacer me doy cuenta de lo complejo que es vivir en mi casa. Veo amigos que lo tienen todo solucionado y me da rabia tener que estar yo donde estoy.¿Por qué no podía tener una familia normal? Es una pregunta que me he hecho durante mucho tiempo, pero creo que ya sé la respuesta. Necesito odiar a mi familia para ser quien soy y ser como soy. Si no hubiera tenido una familia tan odiosa tal vez yo hubiera sido diferente, o mejor dicho, normal. Me gusta ser como soy, aún con mis problemas.

Por otro lado, aunque esta es la familia que debo tener para ser así, sigo sin poder soportarla.

Imaginad la situación:

Me encuentro hablando conmigo mismo en frente del espejo mientras me bajo el pelo (me acabo de levantar) y oigo algo tras la puerta. No le doy importancia. Continúo con lo mio, hablando, pensando en mi reina (me es imposible sacarla de mi cabeza) y haciendo cosas varias. Al acabar de acicalarme (como los gatitos) abro la puerta del baño y... SORPRESA!!! Me encuentro con la cabeza de mi padre pegada escuchando todo lo que decía.

¿Se puede ser más entrometido? Sinceramente, no lo sé.
Y luego hay quienes me preguntan por qué odio a mi padre.

Solo espero que se pase pronto esta semana para estar de nuevo con mi reina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario