miércoles, 29 de febrero de 2012

Parecía divertido... al menos lo parecía

Ir con alegría a clase es algo bastante extraño, sobretodo cuando eres una de esas personas que prefiere hacer lo que de verdad le gusta en lugar de estar encerrado en un aula, es decir, una persona como yo. No digo que no existan cosas interesantes que aprender, solo digo que muchas veces uno siente que ese no es su lugar.

No obstante, como decía, ir con alegría a clase es algo extraño. En mi caso ya es extraño que vaya con alegría a cualquier lugar, pues la pesadumbre que me suele acompañar es prácticamente cuanto conozco. Sin embargo hoy parecía ser un día diferente... parecía.

Es posible que lo más interesante de hoy haya sido hablar un poco con Pere Pau, no más de cinco minutos, pero agradable, pues en el fondo me parece que empiezo a caerle mejor, y creo que cada vez me gusta más como persona. Ya antes me parecía un tipo gracioso e interesante, pero ahora hasta me parece buen profesor.

En un principio todo parecía ir bien. Nos vamos a la playa y olvido todas mis preocupaciones, solo quiero disfrutar de la arena, el skate, el sol, los amigos y todo cuanto me rodea. Todo a comenzado bastante bien, exceptuando el golpe que me he dado con el dichoso skate, pero no parecía haber ningún problema... no lo parecía.

Sin saber como ni por qué, me doy cuenta de que me encuentro completamente solo, junto a un montón de arena. Sin saber por qué, de repente me he dado cuenta de lo solo que me encontraba. No había ni un alma junto a mi, y mientras la arena caía entre mis dedos como los segundos pasaban de largo, me he sentido desaparecer. No existía.

Ya nada parecía gracioso; ni la arena, ni la pelota medio enterrada, ni el vaivén de las olas del mar... nada.
Mientras mi mirada se perdía en el horizonte lejano y azul, mis labios han susurrado: Cristina.
Ya no quería seguir ahí, porque no era feliz. Solo soy feliz cuando siento el calor de tu cuerpo a mi lado, cuando sé que estás conmigo, cuando me siento querido... por ti... Cristina.
Después de dar vueltas por la arena una y otra vez, me he dado cuenta de que las ganas que tenía de estar allí ya no estaban. Me he dado cuenta de que realmente lo que yo quería era más simple, o complicado tal vez, pues lo que quería era simple y llanamente ser feliz, no estar ahí.

Sé donde soy feliz, de verdad lo sé. Por un momento parecía divertido... al menos lo parecía.
Mas solo contigo soy feliz.

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